19 julio 2022
Uber Files y corrupción académica
Hace poco, los Uber Files han revelado que algunos profesores de economía o finanzas, conocidos en sus respectivos países, Francia y Alemania, habían escrito, en 2016, unos informes que Uber les había encargado, alabando los méritos de dicha compañía supuestamente deseosa de romper el aislamiento de los suburbios o de aumentar la productividad. Hacer hincapié en los salarios de los conductores, 20 euros por hora, obviando además los gastos de seguro y de gasolina, cuando dichos profesores habrían cobrado unos 100 000 euros cada uno para este trabajo de lobbying, es cuanto menos escandaloso y desde luego conlleva una buena dosis de cinismo. Por lo general, trataban de fomentar la uberización de la economía, lo que significa de hecho una precarización acelerada de las condiciones de trabajo.
El mundo universitario en economía y finanzas, discreto por excelencia, desempeña pues un papel esencial en la defensa de intereses muy particulares. Recibir complementos de salarios por parte de las grandes instituciones o al menos la esperanza de poder recibirlos es, por supuesto, un buen aliciente. Puntualmente, la prensa da algún que otro ejemplo. Según Le Monde Diplomatique del mes de mayo de 2011, antes de la crisis financiera de 2008, un famoso profesor de la London Business School, habría cobrado una gran cantidad de dinero por ser el autor de un informe que elogiaba las hazañas del sector financiero en Islandia. Ya se sabe lo que sucedió, los tres grandes bancos del país quebraron en muy poco tiempo en 2008.
El árbol que no deja ver el bosque
Estos ejemplos mediatizados son el árbol que no deja ver el bosque. Ponen de relieve un fenómeno de corrupción en el seno del mundo académico. Para entender mejor y situar correctamente este fenómeno, conviene retroceder en el tiempo para constatar que los primeros departamentos dedicados totalmente a las finanzas fueron creados en los años 1980-1990. Anteriormente, los pocos profesores activos en estos sectores formaban parte de los departamentos de economía o de gestión. Era la época en la que el neoliberalismo, con sus olas de desregulaciones y de privatizaciones, empezó a desempeñar un papel dominante. Los profesores que habían recibido una formación clásica en economía o en gestión no podían responder correctamente a las nuevas preguntas que se planteaban las nuevas instituciones financieras. Tenían que cambiar, sí o sí, su business model. La tarea clásica de los bancos que consiste en generar beneficios a partir de la diferencia entre las tasas prestamistas y prestatarias, era y sigue siendo una actividad lenta cuando no aburrida para las nuevas generaciones de banqueros. Las olas de desregulaciones y de privatizaciones, por un lado, y por el otro, las de los progresos informáticos, permitieron que emergieran otras actividades como fuente para obtener rápidamente importantes beneficios. La gestión de las fusiones y adquisiciones así como el desarrollo de unas inmensas salas de trading en las que se tratan las acciones, las obligaciones, los productos derivados… dieron respectivamente pie a las finanzas de empresa y a las de mercado. En el caso de las de mercado, empezó por lo general a ser más útil una formación inicial en matemáticas, física o informática que una carrera de economía.
Así pues se desarrollaron rápidamente las finanzas de casino. Los grandes bancos adquirieron una dimensión internacional y son ahora sistémicos. Eso significa que toman riesgos excesivos y que se benefician de la ayuda del Estado, cuando se producen importantes pérdidas, todo ello, claro está, en nombre del liberalismo. Era pues menester crear desde cero un cuerpo profesoral capaz de formar a los futuros especialistas en estos dos ámbitos. Los costes de estas formaciones, que inicialmente corrían a cargo sobre todo del sector privado, en particular las business schools, fueron socializados en muchos casos ya que los asumieron los contribuyentes, en el marco de las formaciones universitarias. Es el caso, por ejemplo, de los presupuestos públicos que hoy por hoy sirven para conformar el futuro management de fondos especulativos, cuyo principal objetivo es el de permitir que unos individuos ya extraordinariamente ricos se enriquezcan aún más… Un mínimo de decencia requeriría que sean esas estructuras privadas las que asuman estos costes.
Mercenarios de cuello blanco
Fomentando la creación de este cuerpo profesoral, los grandes bancos también pretendían arroparse, llegado el caso, con los atuendos de la ciencia. Por ejemplo, les resulta realmente muy útil poder justificar "científicamente" las extravagantes remuneraciones de los directivos de dichas instituciones, basándose en publicaciones "científicas", pese a unos resultados que pueden llegar a ser catastróficos. Poder disponer de unos batallones de mercenarios académicos que se expresen públicamente en favor de estas instituciones o disponer simplemente de unos lacayos serviles que prefieran callarse, se volvía estratégico frente a aquellos que se atreven a criticar estas astronómicas remuneraciones, y por lo general las derivas de las finanzas de casino.
En numerosas universidades públicas, entre otras las de España, los profesores de economía y finanzas gozan, gracias a los contribuyentes, de un buen salario. Sería lógico pues que en vez de centrar sus actividades de docencia y de investigación en las necesidades del sector financiero, buscaran fomentar el bien común y los intereses de la gran mayoría, analizando esas derivas y proponiendo soluciones. Está a la orden del día un análisis crítico del poder exorbitante alcanzado por este sector y del de la uberización de la economía.