26 de marzo de 2023
| Le TempsCredit Suisse : se acabó la fiesta
Se apagaron las luces, se acabó la fiesta para Credit Suisse. Los miembros del Comité Ejecutivo y del Consejo de Administración abandonaron momentáneamente la alfombra verde de las finanzas de casino con rostro serio, los bolsillos llenos y la conciencia tranquila. Los lamentos y las disculpas de circunstancia se impusieron. No dudemos que lo habrán hecho lo mejor que han podido, que para eso les han pagado tanto, pero, convénzanse queridos lectores, son la mala suerte, los rumores e incluso los complots del extranjero los que habrán podido con su modelo de negocio, su hábil gestión del riesgo y su capacidad para "recuperar la confianza de los mercados financieros". Esto es precisamente lo que se nos ha dicho una y otra vez últimamente, y de esto se trata, de recuperar esa confianza que tanta falta nos hacía y cuya carencia a veces no nos dejaba dormir. He ahí supuestamente lo esencial y la razón para invertir enormes cantidades de dinero. Ganarse la confianza de los ciudadanos de a pie protegiéndoles de los excesos de las finanzas y de sus jugadores de póquer no está, evidentemente, en el orden del día. Retrocedamos en el tiempo para recordar la cronología de los acontecimientos.
Unos 35 años de finanzas de casino
La compra de First Boston por CS en 1988 selló la entrada de esta última en la liga de Primera División de las finanzas de casino con sus apuestas a gran escala. El modelo de negocio iba a cambiar. En lugar de limitarse a sacar beneficios de los intereses relacionados con los préstamos concedidos, se trataba de centrarse en las actividades de fusiones y adquisiciones y en aquellas asociadas a los productos derivados en gigantescas salas de negociación, con el objetivo de generar, cuanto antes, enormes beneficios. Ya que las pérdidas corren en última instancia a cargo del contribuyente, este nuevo modelo se convirtió en referente para los grandes bancos, entre otros CS.
15 años de ceguera voluntaria
La quiebra de Lehman Brothers y la crisis de 2008 en general pusieron de manifiesto el carácter moribundo y nocivo de este modelo. El cóctel compuesto con productos financieros complejos y tóxicos, con enormes deudas, con extravagantes retribuciones atribuidas a los directivos de las instituciones financieras y sus traders, y por añadidura con un cinismo sin límites, estuvo a punto de hacer volar este sistema en mil pedazos. Sin embargo, el mundo político y el mundo académico de la economía y las finanzas, por lo general, miraron púdicamente hacia otro lado y se olvidaron que representar los intereses del contribuyente y del ciudadano era su obligación. Así, las finanzas desenfrenadas pudieron seguir campando a sus anchas, para el mayor placer de sus grupos de presión. Ya había llamado yo mismo la atención sobre estos problemas, por ejemplo, en mis artículos publicados en Le Temps en 2018: La quiebra de Lehman Brothers es la quiebra de un sistema y en 2022: CS: la debacle del Casino Suisse. El valor nominal de estos productos financieros complejos, conocidos como derivados, era para CS del orden de ¡25 veces el PIB suizo en 2020!
Una semana de pánico
Del 13 al 19 de marzo de 2023, reinaron la confusión y el pánico con la garantía, el miércoles 15, por parte de BNS y de Finma de que "CS cumple con los estrictos requisitos en cuanto a fondos propios y liquidez impuestos a los bancos de importancia sistémica", lo que no impidió que este banco, poco después de esta declaración, pidiera de todos modos un préstamo de 50.000 millones de francos, presuntamente para tranquilizar a los mercados financieros. No permanecieron tranquilos mucho tiempo, apenas unas horas. No eran suficientes 50.000 millones. Se necesitaba más.
2 días para amañar una solución
Bajo la presión de los dirigentes estadounidenses, que temían que el efecto dominó iniciado en su país con la quiebra de Silicon Valley Bank siguiera extendiéndose, se improvisó una solución con prisas y falta de transparencia durante el fin de semana del 18 y 19 de marzo, con el rescate por un precio simbólico de CS por parte de UBS, convirtiéndose así en la Unión de Bancos Sistémicos. Debido al recurso a la ley de emergencia, algunas partes esenciales del contrato permanecen secretas. Se han ignorado todas las regulaciones establecidas desde 2008 y se ha creado un mastodonte que controlará a Suiza, en lugar de ser controlado por ella. El balance de esta nueva UBS sería del orden de dos veces el PIB de Suiza, y el valor nominal de sus derivados de unas 30-40 veces ese PIB.
90 minutos de ejercicios de comunicación poco convincentes
El último acto de esta farsa, que sería irrisorio si no fuera deplorable, consistió en reunir a los principales protagonistas de este asunto, aquellos mismos que explicaron unos días antes que la situación de CS estaba bajo control, para que vinieran a explicar durante la conferencia de prensa del 19 de marzo que este rescate era la mejor solución para Suiza, con vistas a restablecer la confianza de los mercados financieros…
Así pues, más allá de la caída de CS, se trata también de la quiebra de un sistema de finanzas de casino, de la de una élite política que dejó hacer durante 15 años y de la del mundo académico en este sector, que, con demasiada frecuencia, mostró una complacencia fuera de lugar hacia las grandes instituciones financieras. Con un sistema en este estado de descomposición, continuarán las quiebras de todo tipo a la vez que las fiestas para las "élites" financieras.
Artículo publicado en el diario Le Temps, 26.03.2023
Prof. Marc Chesney