30 de enero de 2023
| Le Temps¿Quién está dispuesto a morir por el Dombás o Crimea? ¿Quién?
Como ninguno de los gobiernos supuestamente democráticos se digna a plantear a las poblaciones afectadas la cuestión de su posible sacrificio en defensa del Dombás o de Crimea, nos la deberíamos plantear cada uno de nosotros en nuestro fuero interno. Quienes empujan a la guerra, en nombre del derecho que tendría cada país a defenderse, deberían pensar detenidamente en las consecuencias de este conflicto para ellos mismos, sus familias y sus seres queridos. Por el contrario, deben de hacerse oír quienes se oponen a ella y anteponen el derecho a vivir y a ser respetados. Sin la más mínima consulta democrática, nos arrastran a todos en un camino muy peligroso, apocalíptico incluso. Un puñado de individuos, en este caso, unos siniestros ministros, generales, productores de armas y financieros, reunidos en Ramstein, Davos o en cualquier otro lugar, deciden jugarse al póquer la vida de millones o miles de millones de personas apostando sobre el tipo de reacción de Vladimir Putin frente a las recientes decisiones de entregar tanques pesados a Ucrania. Algunos "comentaristas autorizados" afirman que reaccionará de forma racional, otros, a veces los mismos, pero con retraso, que es difícil hacer predicciones. “Responsables” políticos, como Emmanuel Macron, declaran que las entregas de armas pesadas no convierten a su país en cobeligerante, otros que de hecho están en guerra contra Rusia. Por ejemplo, Annalena Baerbock, miembro del Partido Verde y ministra alemana de Asuntos Exteriores, declaró recientemente: "Estamos librando una guerra contra Rusia y no entre nosotros”. El Canciller Scholz afirmó que, respecto a la entrega de tanques Leopard 2 y en general de armamento pesado a Ucrania, "nadie puede determinar en qué consiste una buena o una mala decisión". Pedro Sánchez, mientras defendía la activación del Fondo Europeo en favor de la Paz, anunciaba que España entregaría material militar ofensivo a Ucrania... En definitiva, reina la confusión. Sin embargo, quienes juegan al póquer con la vida de poblaciones enteras deberían, si no lo ven claro, abstenerse de tomar decisiones tan sumamente graves. Estas decisiones alimentan la dinámica de guerra, sobre todo porque estos tanques pueden ir armados con proyectiles perforantes con ojivas de uranio empobrecido y misiles de largo alcance que Rusia podría considerar, si son disparados, como bombas nucleares sucias lanzadas contra su territorio. Suponiendo que la OTAN no suministre estos proyectiles, es probable que el gobierno ucranio trate de hacerse con ellos en el mercado negro para atacar centros de mando o aglomeraciones urbanas en territorio ruso. ¿Se les ha ido la cabeza a los "responsables" occidentales, o aún conservan una pizca de sentido común para darse cuenta del carácter irresponsable de sus decisiones? Éstos son casi siempre unos ideólogos radicales que no se estremecen con el recuerdo del sufrimiento causado por la Segunda Guerra Mundial. Pueden tener acceso a espaciosos refugios nucleares y obviamente no creen pertinente considerar los riesgos y sufrimientos que pueda padecer en particular la población ucrania que permanece in situ, a causa del actual conflicto. La guerra la ven como una buena ocasión tanto estratégica como financiera y por lo tanto no está en su agenda acabar con ella.
Por unos panzers más
Cada gobierno echa leña al fuego. En un principio, Dinamarca, los Estados bálticos y España pensaron entregar 2 unidades del carro de combate Leopard, Alemania 14 y Polonia 14. ¿Quién da más en la gran subasta internacional organizada por la OTAN? ¡La entrega de aviones de combate debería estar muy pronto en la agenda! ¿Qué pasa con la legitimidad de los gobiernos que toman decisiones tan transcendentes sin ninguna consulta democrática y que son incapaces de garantizar un mínimo de seguridad a las poblaciones afectadas? El contrato social se ha roto, y ello desde hace mucho tiempo ya. Todos los indicadores cruciales están en números rojos: conflicto en Europa con riesgo de escalada nuclear, calentamiento global, pérdida de biodiversidad, injusticia social extrema... Se trata en realidad del profundo fracaso de un sistema depredador que trata a la gente corriente como factores de producción, que han de transformarse, en caso de guerra, en factores de destrucción, para ser destruidos ellos mismos si es preciso, y que mercantiliza hasta el extremo las relaciones que los humanos mantienen entre sí y con la naturaleza. Es hora de pasar página, antes de dejarse arrastrar por este sistema en su caída. Como dijo Jean Jaurès en vísperas de la Primera Guerra Mundial: "¡El capitalismo lleva en su esencia la guerra como los nubarrones llevan la tormenta!
Las reacciones opuestas a estas tendencias bélicas son demasiado escasas. La precariedad y el bombardeo mediático tienden a crear una población maleable y sujeta a la servidumbre. Últimamente, el flujo casi constante de noticias insignificantes como la retirada de Roger Federer, las declaraciones de Nadal, el Mundial de fútbol, las confidencias de Messi o Mbappé, la muerte de la reina de Inglaterra, las anticipadas memorias del príncipe Harry, los últimos cotilleos de la corona española... ha servido para desviar la atención y ha contribuido al lavado de cerebro.
A su vez, la propaganda bélica y nacionalista se vierte por todos los canales mediáticos imaginables. ¿Cómo puede concebirse, aunque sólo sea por un instante, que se pueda justificar el hecho de poner en peligro la existencia de poblaciones enteras, para hacer que el Dombás pertenezca a Ucrania o a Rusia? La supuesta guerra justa es justo una guerra, un conflicto intolerable que comporta enormes riesgos para la humanidad. Quienes se oponen a ella a ambos lados del telón de fuego y quieren promover la vida deben hacerse oír organizando manifestaciones, huelgas, en especial en las fábricas donde se producen y transportan estas armas, y si es preciso, negándose a ir a combatir, eso es, desertando